Un seminario para analizar el terremoto de Chillán de 1939 desde los puntos de vista de la Sismología y la Ingeniería impartieron los académicos de los departamentos de Geofísica (DGF) e Ingeniería Civil (DIC) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Sergio Ruiz, Raúl Madariaga y Rodolfo Saragoni.
La actividad, organizada por la Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Antisísmica (Achisina), fue moderada por el director del DGF, Sergio Ruiz, quien en su introducción se refirió a la necesidad de continuar estudiando el evento de 1939 por tratarse de un “terremoto intraplaca similar al de Calama de 1950 y al de Tarapacá de 2005, en los cuales se apreció una aceleración sumamente alta”.
A continuación, los profesores del DGF y el DIC de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM), Raúl Madariaga y Rodolfo Saragoni, destacaron a la relevancia del terremoto de Chillán de 1939 para la investigación y la ingeniería estructural.
“El terremoto de 1939 es de gran utilidad para analizar la sismicidad histórica en Chile, porque hasta la década del 80 se desconocían los terremotos de profundidad intermedia que aparecían regularmente en los catálogos y tampoco se entendía bien de dónde venían”, aseguró el profesor Raúl Madariaga.
El reconocido sismólogo, ganador de la medalla John F. Reid, de la Sociedad Sismológica de Estados Unidos (SSA, por sus siglas en inglés), recordó que una de las consecuencias de este movimiento sísmico fue el traslado del Servicio Sismológico Nacional a la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, en 1941, para formar parte del naciente Instituto de Geofísica —actual Departamento de Geofísica— donde Federico Greve, uno de los fundadores de la Sismología en Chile, se encargaría de asumir su dirección.
Junto con este hecho, Raúl Madariaga afirmó que el estudio del movimiento sísmico considerado como el más destructivo y con mayor cantidad de víctimas en la historia de Chile fue marcado por una serie de “errores cometidos por autores muy competentes”.
Entre estas equivocaciones el profesor Madariaga mencionó el cálculo de la profundidad del terremoto y la localización de lagunas sísmicas. “Felizmente, estos errores se resolvieron antes de que ocurriera el terremoto del Maule de 2010”, dijo el profesor Madariaga, quien citó las investigaciones realizadas en las décadas del 80 y 90 por los académicos del DGF, Jaime Campos, Sergio Barrientos y Edgar Kausel; y la académica de la Universidad de Arizona, Susan Beck.
“En estas publicaciones se demostró que el terremoto de Chillán era de tipo intraplaca y no interplaca, como se pensaba hasta ese momento. Además, se concluyó que sí existía una laguna sísmica en la zona centro sur de Chile”, argumentó.
Por su parte, el profesor de la división de Estructuras, Geotecnia y Construcción del DIC de la Universidad de Chile, Rodolfo Saragoni, sostuvo que “estimar los efectos de un terremoto intraplaca en la ingeniería es algo complicado porque, a diferencia de los terremotos de contacto entre placas, el epicentro no está en el mar, sino en tierra, donde se produce mayor intensidad y daño”.
“El tiempo transcurrido, desde que el movimiento empieza hasta que alcanza su mayor intensidad, es muy breve y esto hace prácticamente imposible escapar”, dijo el profesor Rodolfo Saragoni. En esta línea, el también ex presidente de Achisina citó el “Informe de la Comisión Gubernativa sobre los efectos producidos por el Terremoto de enero de 1939”, publicado en 1940, donde se recomendó dejar de construir edificios de adobe y de albañilería de ladrillo, sin cadenas ni pilares.
“Como consecuencia, tanto la norma chilena 2123 de albañilería confinada como las disposiciones de la Asociación Internacional de Ingeniería Sísmica recomiendan a los países en vías de desarrollo edificar con la técnica de albañilería confinada, porque permite que las estructuras resistan sismos de gran intensidad. Sin duda, esta es una de las grandes herencias que dejó este terremoto”, concluyó.
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