(Comunicaciones CR2) La ecóloga estadounidense Alexandra Syphard, investigadora senior del Conservation Biology Institute de Estados Unidos, académica de San Diego State University, California, y referente internacional en el estudio de incendios forestales, visitó el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2 para participar en el Simposio Internacional “Clima y Resiliencia: El futuro se hace presente”, que se llevó a cabo en Santiago y Viña del Mar, desde el 3 al 7 de noviembre.
Durante su estadía, se reunió con investigadoras e investigadores del CR2 con el objetivo de fortalecer la cooperación científica en torno a los riesgos, impactos y desafíos de la gestión del fuego en ecosistemas mediterráneos.
En esta entrevista, la científica comparte su visión sobre los factores que explican la creciente intensidad de los incendios en Chile y otros lugares del mundo, y destaca la importancia de vincular la ciencia con las políticas públicas y la planificación territorial.
—¿Cómo observa la situación de los incendios en Chile en comparación con otras regiones mediterráneas como California o el sur de Europa?
Los ecosistemas mediterráneos son muy útiles para hacer comparaciones, porque todos comparten condiciones que favorecen incendios extremos: veranos secos, vegetación que se deseca con rapidez y vientos estacionales intensos. En el sur de California, los vientos de Santa Ana crean cada año un escenario de alto riesgo. En Chile los vientos no son tan regulares, pero la sequía y las altas temperaturas generan condiciones muy parecidas. En ambos casos vemos un aumento de eventos de fuego extremo y la necesidad de convivir con este fenómeno de forma más planificada.
—Durante su visita, tuvo la oportunidad de recorrer la zona centro-sur del país. ¿Qué aspectos le llamaron la atención respecto al paisaje y la vegetación?
Quedé muy impresionada por la magnitud de las plantaciones forestales. He trabajado en distintos países y nunca había visto plantaciones tan extensas como las que observé en Chile. Me sorprendió especialmente la cantidad de eucaliptos, porque son especies que acumulan combustible desde el suelo hasta la copa, lo que incrementa significativamente el riesgo de incendios. En ese sentido, Chile podría enfrentar un problema incluso mayor que California si no se revisan las prácticas de manejo y el ordenamiento territorial.
—Usted ha estudiado el vínculo entre urbanización y riesgo de incendios. ¿Qué lecciones pueden extraerse del caso californiano?
En California, uno de los principales problemas no son los incendios en sí mismos, sino el crecimiento urbano hacia áreas propensas al fuego. Las viviendas dispersas, en el borde de la ciudad o dentro de zonas de vegetación densa, son las más vulnerables. En mis investigaciones hemos comprobado que los patrones de urbanización más concentrados y planificados tienen menor exposición, mientras que los desarrollos aislados presentan mayores dificultades para la protección. Ojalá Chile pueda evitar ese tipo de expansión y aprender de la experiencia californiana.
—En su opinión, ¿qué medidas podrían contribuir a reducir la vulnerabilidad de las viviendas?
En Chile, en la zona periurbana, he visto muchas casas de madera que son altamente vulnerables a las brasas, las cuales son la principal causa de pérdida de viviendas durante un incendio. Modernizar edificaciones existentes es costoso, pero establecer códigos de construcción para nuevas viviendas es una medida efectiva. En California y Australia existen regulaciones que exigen materiales y diseños resistentes al fuego. Implementar algo similar en Chile sería un paso importante hacia la resiliencia.
—¿Qué factores considera más determinantes en el aumento de incendios a escala global?
No hay una sola causa. Siempre es una combinación de factores climáticos, de uso del suelo y sociales. En algunos lugares el clima es el factor dominante; en otros, la expansión urbana o la gestión de la vegetación. Por eso las soluciones deben adaptarse a cada contexto local. En California, por ejemplo, el clima extremo ya es habitual, de modo que la atención debe centrarse también en la planificación territorial, la distribución del crecimiento urbano y la educación ciudadana. El fuego, al igual que el cambio climático, es lo que denominamos un wicked problem, un problema complejo que requiere coordinación entre disciplinas y sectores.
—En su experiencia, ¿cómo pueden colaborar la ciencia, las instituciones públicas y las comunidades en la gestión del fuego?
La ciencia por sí sola no tiene impacto si no llega a los tomadores de decisión. En Estados Unidos hemos avanzado hacia la coproducción del conocimiento: integrar a investigadores, gestores y comunidades para que el conocimiento científico sea útil y aplicable. Algunas agencias de financiamiento, como la National Science Foundation, exigen que los proyectos incluyan estrategias de comunicación y colaboración con actores públicos. Creo que esa interacción constante entre investigación y gestión es clave para prevenir y responder de mejor manera a los incendios.
—¿Qué mensaje dejaría a las y los investigadores y autoridades chilenas respecto a la prevención y manejo de los incendios forestales?
Chile comparte muchas características con California, pero aún está a tiempo de evitar algunos de nuestros errores. Este es un momento decisivo para fortalecer la planificación territorial, la gestión de la vegetación y la educación en torno al fuego. Chile tiene una comunidad científica sólida y un enorme potencial para construir su propio modelo de resiliencia frente a los incendios forestales y al cambio climático.
*La visita de Alexandra Syphard fue financiada por el proyecto “Pronósticos de propagación de incendios forestales: ¿Cómo estamos en Chile?» DP 003_24 de la Vicerrectoría de Investigación (VID) U. de Chile.
